Cuando Mariano Rajoy ganó las elecciones el pasado año, se dio de bruces contra un sinfín de problemas. No es que España fuera Grecia o Portugal, pero su tasa de desempleo, que ya era la más alta de Europa, seguía en alza, su déficit se resistía a disminuir y la economía en general estaba en caída libre.
El experimento griego parece que no ha caído en saco roto. Grecia no ha conseguido combinar crecimiento y austeridad. Cuanto más severos eran los recortes germánicos, más se hundía el país en la recesión. Y ese es el temor de Rajoy, que la recesión en España se agudice si el gobierno se centra exclusivamente en reducir el déficit.
Así que este viernes Rajoy dejó pasmados a los miembros de la Unión Europea, y especialmente a Alemania al declarar que España no alcanzará sus objetivos de déficit para 2012. Se trata de un desafío frontal a las nuevas reglas sobre déficit de la UE.
Para este año, el Gobierno espera que el déficit sea de un 5,8% sobre el PIB, claramente inferior al 8,5% del 2011 pero bastante por encima del objetivo del 4,4% que se había establecido.
Es una decisión valiente que sin duda tendrá repercusiones políticas en Bruselas, y llega tras el apoyo de España al nuevo tratado fiscal de la UE diseñado para asegurar que los países miembros mantienen un estrecho control sobre el déficit y la deuda pública. En declaraciones a los medios de comunicación, Rajoy ha dicho que se trata de una decisión soberana.
Por supuesto, después matizó que España sigue comprometida a alcanzar un déficit del 3%, una cifra que pondría al país en sintonía con las nuevas reglas. Sin embargo, dado el deterioro de la economía española, existe la posibilidad, cada vez mayor, de que el país sobrepase esa cifra con creces.
Mientras los inversores se concentraban en Grecia e Italia, la economía española no ha dejado de caer. Los últimos datos del paro son descorazonadores. El desempleo está ya casi en el 23%, con un desempleo juvenil récord del 50%. La deuda pública aún está en unas cifras asumibles (el 68% del PIB), lo cual permite todavía cierta flexibilidad, especialmente teniendo en cuenta que la media de la deuda pública de los países europeos está por encima del 80%.
Además, se espera que la economía española decrezca un 1,7% este año, y tras el anuncio de Rajoy sobre el déficit, el tipo de interés de los bonos españoles ha sobrepasado al de los italianos por primera vez en siete meses.
Dado el deterioro de la economía, lo más probable es que ésta sea, no obstante, la decisión correcta. Grecia y Portugal han probado que no se puede volver a la senda del crecimiento recortando brutalmente el gasto y aumentando los impuestos. Para cumplir con los objetivos de déficit marcados para 2012, España tendría que poner en marcha un nuevo plan de austeridad para recortar 25.000 millones de euros que se sumarían a los 15.000 millones que ya se recortaron en diciembre.
Este desafío pone sobre la mesa dos cuestiones.
La primera es si un mayor déficit se traducirá en una subida de los tipos de interés de los bonos. Aunque el 5% es un nivel alto, aún está lejos de un nivel de crisis, si bien es cierto que el Banco Central Europeo puede apuntarse el tanto de haber mantenido los bonos a un interés relativamente bajo pero, ¿qué pasaría si los bancos dejasen de comprar deuda?
La segunda cuestión tiene que ver con la respuesta del Consejo Europeo. Con el tratado fiscal recién aprobado, la Unión Europea (es decir, Alemania) no va a tomarse muy bien que un país se lo salte a la torera tan rápidamente. De hecho, la UE no ha aprobado el nuevo objetivo de déficit de Rajoy, insistiendo en que los estados miembros en problemas deben alcanzar los objetivos marcados.
El panorama parece conducir a un enfrentamiento entre España y la Unión Europea. Si España gana, otros países podrían seguir su ejemplo y saltarse también sus objetivos de déficit.