De buen seguro que si se hiciese un ranking de las preocupaciones que tiene una persona en el momento de adquirir un vehículo, una de ellas sería qué seguro escoger, y es que saber escoger el seguro del coche es casi o de tan vital importancia como saber escoger el tipo de vehículo adecuado, la marca y el color de este.
Y probablemente para adquirir y contratar un buen seguro también nos asaltarán multitud de dudas, desde el precio del mismo, a la compañía donde lo contratamos o infinidad de sub preguntas que nos podrán surgir, pero seguro que ninguna pregunta nos aparecerá con la magnitud y la importancia de la ya tradicional e importantísima pregunta de: ¿el seguro de nuestro vehículo debe de ser a terceros o bien a todo riesgo?
Por supuesto la respuesta anterior no es fácil, ni válida para todo el mundo, pues habrá personas que por motivos económicos querrán acceder a un seguro a todo riesgo y se verán imposibilitadas a ello, pero por norma general diremos que la mejor opción posible será siempre que nos sea posible la opción del seguro a todo riesgo.
Antaño la opción era clarísima, circular con el seguro mínimo obligatorio era una opción irrisoria y que nos dejaba prácticamente completamente desprotegidos ante cualquier percance, y para ello la solución era clarísima: vehículos nuevos y hasta los cuatro o cinco años la opción ideal era el todo riesgo, y a partir de esa edad del vehículo casi era más rentable ponerlo a terceros, hoy a grandes rasgos sigue siendo así pero existen matices.
Hoy evidentemente a todas las luces el seguro mínimo obligatorio sigue siendo irrisorio o incluso más que antaño si cabe, y la opción de coche nuevo igual a seguro a todo riesgo y coche usado igual a seguro a terceros es completamente válida, pero en la actualidad existen puntos intermedios que deberemos valorar. En la actualidad ya no tan solo es una u otra opción, las compañías en la actualidad nos ofrecen por ejemplo una gama de seguros a terceros con unas coberturas complementarias muy interesantes que pueden sernos muy interesantes y económicamente golosas de contratar, las mismas pueden resultarnos un buen híbrido, entre el “terceros” puro y el “todo riesgo” tradicional de toda la vida.