Son muchas personas las que son reticentes a contratar cualquier tipo de seguro, es más existen personas que parece que tengan una especie de alergia o animadversión particular a los seguros y son incapaces de hacerse ninguno, y si eso puede tener escasa relevancia en algunos casos, en muchos no es así.
En muchos casos (además de los casos en los que es la ley la que nos obliga a asegurarnos) asegurarnos puede ser la salvación patrimonial o personal en momentos o ante circunstancias delicadas, y también puede ser una fuente de tranquilidad y protección para nosotros y para los que nos rodean.
Y es que como mínimo aunque seamos unos enemigos acérrimos y declarados de los seguros deberíamos plantearnos realizarnos algunos seguros si bien ya no para nosotros hacerlo especialmente para dotar, para garantizar de esa protección y tranquilidad a los que más queremos, a los que nos rodean. Y eso especialmente se traduce en la práctica en los seguros básicamente vinculados a la salud y a la vida, amen de alguno que nos permita garantizarnos nuestra tranquilidad patrimonial.
Y es que si a nosotros no nos importa por ejemplo sufrir un grave percance de salud y quedar en una delicada situación, a los que nos rodean si que puede importarles. Del mismo modo que puede importarles tener que pasar por determinados trances o momentos especiales en la vida o muerte de una persona, sin el soporte que supone en esos momentos el disponer de un seguro que nos lo resuelva todo.
Así haremos bien de revisar nuestros planteamientos y si bien podemos mantenernos firmes en el rechazo a determinados seguros, será bueno si realizamos una apertura de miras, miramos a nuestro alrededor y actuamos en consecuencia.