No nos engañemos en el sector de los seguros como en cualquier otro ámbito o sector de la vida existen buenas y malas prácticas. Existen aquellos grandes profesionales que hacen una gran labor y que aportan mucho a la sociedad, pero también existen los que utilizan todo tipo de artimañas para lograr oscuros objetivos, y no hemos de dejarnos atrapar por estos.
No nos referimos en muchos casos a las compañías en sí mismas, que en general y en lo que se refiere a todas las que operan en territorio español cumplen escrupulosamente con la legislación. Y tampoco nos referimos a aquellas diferencias que puedan aparecer entre asegurador y asegurado por cuestiones de coberturas que luego no quedan cubiertas por la letra pequeña y otras más. Pues en todo caso, esto último es un tema contractual, nos referimos muy especialmente a las prácticas de algunos corredores de seguros, especialmente para captar clientes.
El juego, la estrategia comercial, es necesaria y legitima, incluso la picaresca de embaucarnos con lenguajes o argumentos mil es aceptable, ya que entra dentro de ese ámbito de cortejo comercial y en nuestras manos estará o no dejarnos cortejar y que nos lleven al huerto. Ahora bien otra cosa muy distinta es por ejemplo dar de alta a clientes sin que estos lo hayan solicitado explícitamente y cosas por el estilo, ante estos casos tolerancia cero y reclamación siempre.
En este tipo de situaciones debemos tener muy presente que tenemos unos derechos como consumidores, y que debemos conocerlos, ¡y ejercerlos!, ejercerlos sabiéndolos ejercer. Con ello nos referimos que ante una conculcación de derechos tan inútil será no reaccionar como reaccionar como unos posesos. Ante una conculcación de derechos existen unos mecanismos para que todas estas prácticas no queden impunes, hagamos uso de ellos.