Encendemos la televisión y nos encontramos con múltiple publicidad vendiéndonos seguros, ponemos la radio y nos vende las excelencias de cualquier determinado seguro, abrimos nuestra página Web favorita y nos asalta un anuncio publicitario ofreciéndonos un agresivo descuento para que contratemos en ese mismo momento el seguro que nos ofrece, y nosotros de mientras nos preguntamos, ¿nos ofrecéis solvencia y eficacia?
Y es que más allá de todos los artificios publicitarios, más allá de todo el decorado que sirve para vendernos mil y una maravillas del seguro, lo único que en realidad nos debe o nos debería vender un seguro es que este sea de una compañía solvente y que se nos ofrezca con plena eficacia y absoluta eficiencia, si es así, no habrá parafernalia publicitaria que se resista, esos son los atributos que debe tener un buen seguro.
¿Eso quiere decir que toda publicidad es falsa o negativa? No, ni mucho menos existes compañías aseguradoras que hacen buena y veraz publicidad, imaginativa, ingeniosa y creativa pero responsable y veraz, con vocación de vendernos, sí, pero sobre todo con voluntad informativa, pero no siempre es así.
Sea como sea, lo que nosotros tenemos que tener claro, es que lo que importa es lo que se encuentra detrás de la compañía, lo que nos ofrece la compañía en sí misma, su estructura, su calidad, su reputación, su historia. Y si ello va acompañado de grandes artificios publicitarios bienvenido sea, pero que no nos vendan solo artificios. Sí es así, y sabemos diferenciar netamente al que se vende sabiendo vender las potencialidades de su producto y de su marca, al que simplemente genera humo para captarnos, habremos encontrado el seguro apropiado.