Por fin has encontrado un buen trabajo, a pesa de la crisis y las cifras del paro. Se acerca el día en el que tienes que ir por primera vez. Un problema bastante frecuente es el de no saber qué tipo de ropa llevar porque estamos todavía en un territorio desconocido, y tampoco queremos gastarnos miles de euros en nuestro armario. ¿Qué podemos hacer?
Lo primero, intentar entrar en contacto con los nuevos compañeros de trabajo, y en particular con quien será nuestro jefe inmediato. No debemos tener miedo a preguntar cuál es el tipo de ropa que prefiere la empresa, marcas, si es más o menos informal, etc. De hecho, lo mejor es prestar atención a la forma en que viste tu jefe y acercarte a su nivel, siempre que no te alejes mucho de lo que llevan los compañeros que están en tu mismo nivel jerárquico.
En el lugar de trabajo siempre es mejor ir demasiado “vestido” que demasiado informal. El problema es que las definiciones de ambos términos difieren de un trabajo a otro. Por eso fijarse en los compañeros es fundamental para no desentonar.
En un principio compraremos poca ropa pero que pueda ser combinada muy fácilmente. No escojas nada llamativo – es mejor ceñirnos a prendas presentables y discretas que podamos reutilizar sin que se note. Por ejemplo, es mejor empezar con seis camisas y seis corbatas que con diez camisas y dos corbatas – no solo por una cuestión de precio, sino porque darán a nuestro atuendo una impresión de más variedad.
Haz tus compras con tiempo, para poder permitirte ser paciente y seleccionar. Es la forma más segura de ahorrar dinero encontrando productos con una buena relación calidad-precio. Si esperamos al último día para hacer nuestras compras, las prisas y el nerviosismo pueden aconsejarnos mal.
Si no tienes mucha seguridad en tu propio gusto para vestir, pídele a alguien cercano en quien confíes que te acompañe. Yo normalmente se lo pido a mi pareja, que tiene bastante mejor olfato para lo que me sienta bien o mal que yo, especialmente en cuanto a complementos. Con los años ciertamente se me ha ido pegando el “gusto” para vestir, pero en mi caso no es una habilidad innata, y solo he conseguido coger algo de confianza con el paso de los años.
Un consejo para finalizar – mira siempre la etiqueta y sigue las instrucciones para el lavado que haya en ella. Te puedes ahorrar más de un disgusto y, en todo caso, ampliarás la vida útil de tu ropa.
Buena suerte en tu primer día.
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