Con la crisis se ha disparado también el número de deudas contraídas por las familias españolas. No es un trago agradable de superar. Pero a veces la suerte se pone de nuestro lado. Imaginemos que nos toca un pequeño premio en la lotería o que la AgenciaTributaria nos devuelve dinero a la hora de hacer la declaración de la renta. Es momento de utilizar esas cantidades para acabar con las deudas. Surge entonces la gran pregunta ¿a cuál de las deudas contraídas debo hacer frente primero? Nosotros exponemos a continuación una serie de reglas que pueden servir para aclararles como priorizar ese pago.
Lo primero que debemos hacer es establecer una prioridad en los pagos, pero el criterio que debemos seguir para crear esa “lista” es delimitar cuales son las deudas más perjudiciales para uno sino las pagas. Por eso hay que tener en cuenta las características de cada una de las deudas priorizándolas de la siguiente manera:
- Determinar si tenemos deudas con aval o con una garantía de pago. Dentro de esta categoría estaría la hipoteca que hemos solicitado a nuestra entidad financiera para hacer frente al pago de nuestra vivienda. Sino hacemos frente a ese pago, el banco puede llegar a quedarse con nuestra casa, de ahí que prioricemos en este tipo de impago.
- Podemos encontrarnos con poseer algún tipo de deuda ligada a un embargo de nuestro salario. Esto estaría en el escalón número dos de nuestras prioridades. ¿Qué tipo de deuda puede ser esta? Por ejemplo, si estamos divorciados y tenemos que pasar una pensión alimenticia a nuestros hijos o si no hemos pagado algún impuesto a la administración. El impago en este tipo de deudas conllevaría el embargo de parte de nuestros ingresos, perjudicando aún más nuestras cuentas.
- Satisfechas estas deudas principales deberíamos tener en cuenta aquellos impagos que pueden dejarnos sin servicios esenciales como puede ser el gas que se nos suministra, la electricidad, el pago del agua, etc.
- Hay también una categoría de deudas que no está ligada a ningún tipo de aval, es decir que no implica ni la pérdida de nuestras posesiones, ni tampoco está ligada a sustraer el pago de esa deuda de nuestros ingresos. Sin embargo, eso no quiere decir que no se plantee un problema, ya que el no hacer frente a ese tipo de pagos puede acarrearnos problemas con la justicia y pueden acabar en el embargo de nuestro salario o de nuestros bienes en última instancia. En esta categoría entrarían las facturas de los servicios considerados no imprescindibles como son el teléfono, internet o los créditos personales. También se incluiría aquí el recibo del coche si para ello no hemos solicitado ningún préstamo y pagamos una cuantía mensual de nuestro salario. En este caso, la capacidad de embargo no es inmediata.
- Una última categoría a tener en cuenta sería la de aquellas deudas que hemos contraído con otras personas y que ni siquiera tienen un documento por escrito. Son aquellos préstamos que tenemos con miembros de nuestra familia o con amigos. Aunque nos cueste y nos ponga en una situación delicada, estas deudas deben ser las últimas en pagar.
Lo que aquí hemos expuesto es un orden lógico de clasificación y pago de las deudas que tenemos contraídas en función de las consecuencias que pueden tener en nuestras vidas pero además deberíamos hacer un ejercicio de análisis complementario para reducir los impagos. Una vez calculado el importe total de nuestras deudas hay que evitar añadir nuevos gastos. Debemos calcular a la perfección el dinero que ingresamos y reducir lo que gastamos a lo básico y eso implica también aceptar cambios en nuestros hábitos de vida. Por ejemplo, la tarjeta de crédito debería pasar a la historia y pagar siempre con la de débito, es decir, pagamos con lo que tenemos, no con lo que nos siguen prestando. Lo lógico sería cancelar la cuenta ligada a esa tarjeta de crédito una vez que acabemos de pagar las deudas.
Cada vez son más las personas que acuden a las agencias que unifican las deudas contraídas y te ofrecen una forma de pago supuestamente ordenada y equilibrada. Según un estudio, reunificando estos impagos, se puede conseguir reducir nuestros pagos en hasta 900 euros. Según el mismo estudio, las solicitudes de consolidación de deuda han aumentado en un 50% en el último año aunque la aprobación de los mismos se redujo a un 60% debido a ciertas incidencias que aparecieron en la verificación de los solicitantes. La formula de unificación esta alentada por el hecho de que muchas familias poseen hasta 7 préstamos diferentes sin contar las hipotecas. Los ingresos brutos por año de los solicitantes se encuentran entre 20.000 y 70.000 euros en más de la mitad de los casos. Eso sí, hay que ser prudente y elegir muy bien a que cual de estas agencias nos dirigimos.