Le pasa a mucha gente que tiene algún tipo de habilidad. Personas con conocimientos de informática, mecánicos, electricistas, etc., de vez en cuando reciben el encargo de un amigo, o del amigo de un amigo, para que les arregle un “pequeño problema” con el coche, la casa o el ordenador. La cuestión que muchas veces surge es si estas personas pueden cobrar una tarifa (aunque sea pequeña) por ese trabajo, o prefieren hacerlo gratis, o les da vergüenza aceptar cualquier tipo de compensación.
Si eres una de estas personas, la mejor forma de encarar la situación es decidir qué quieres hacer y expresarlo claramente. La comunicación siempre es fundamental para solucionar cualquier cosa, y cuanto antes se lleve a cabo, mejor. Debes comunicar a la otra parte lo que quieres lo antes posible para evitar cualquier posibilidad de malentendidos.
La cuestión secundaria es, por su puesto, si te sientes o no culpable por cobrar.
Hay algo que siempre debemos tener en mente cuando damos este tipo de servicios, o cualquier tipo de servicio en general: la gente te va a pagar porque les vas a proporcionar algo que ellos no pueden – o no quieren – conseguir por sí mismos. Estás brindándoles una experiencia o habilidad que ellos no poseen, tanto si se trata de afinar un piano, de fuerza física para un trabajo que la requiera o de conocimientos informáticos para resolver un problema con el ordenador.
Para ellos, es algo que tiene valor. A veces mucho valor.
¿Cuánto? Lo importante no es lo que tú piensas que valen tus conocimientos o habilidades, sino lo que ellos creen. Esa cantidad es lo que la persona que recibe el servicio está dispuesta a pagar. En otras palabras, el valor lo establece el mercado.
Otro factor a considerar es que estás vendiendo tu tiempo libre. Ese tiempo tiene un valor significativo – tienes una cantidad limitada y, probablemente, el único momento en que te puedes dedicar al ocio. Cuando llenas ese tiempo de tareas que ellos no quieren realizar, te mereces algún tipo de compensación.
Por todo ello, lo que yo haría es averiguar las tarifas que hay en la ciudad para el tipo de servicio que vayas a proporcionar y poner la tuya algo por debajo. A fin de cuentas, ese es el precio que pagarían en el mercado.
Puede que decidas que la familia y los amigos deben pagar menos. Si ese es el caso, baja la tarifa a esas personas. ¿Deberías hacer este tipo de rebaja? Depende de ti, pero si ya has decidido lo que vas a cobrar, debes dejárselo claro a todo el mundo para que no haya confusiones de ahí en adelante.
Por otra parte, también se obtiene un beneficio haciendo el servicio gratis o participando en trabajos de voluntariado, particularmente si no es algo que genere estrés o requiera mucho esfuerzo. Te dará capital social, y eso puede abrir la puerta a muchos intercambios de valor por ambas partes, desde oportunidades de trabajo hasta asistencia con tareas o consejo profesional, por lo que no es un camino que se deba descartar.
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